La destacada actuación del Conde Fernán González en la batalla de Simancas decidió al rey Ramiro II a mejorar la relación con el conde, para mantener a raya a los musulmanes.

Ese clima de fiel colaboración del conde castellano con su señor el rey leonés se quebró con motivo de la boda Fernán González con Sancha, hermana del rey navarro García Sánchez. Y en el año 944 el rey decretará prisión para el Conde de Castilla.

Este estado de cosas se resolvió en el año 946, cuando Fernán González entregó a su hija Urraca Fernández para desposarse con Ordoño, primogénito del monarca leonés.

Por su parte, también en 946, el califa toma la decisión de trasladar la capital de la Marca Media de Toledo a Medinaceli, nombrando “qaid” o gobernador al gran general Galib.

En el año 956 termina la construcción de la gran ciudad de Medina Azahara, y el general Galib inicia la reconstrucción de la gran fortaleza califal de Gormaz, que se convertirá en la punta de lanza defensiva más importante de la frontera andalusí, y que servirá de puente de abordaje de Almanzor para sus incursiones por el reino de Navarra.

El 1 de enero del año 951 muere el rey leonés y dará comienzo un periodo de luchas intestinas por el poder entre los hijos del rey, Ordoño III y Sancho I, que continuarán en 981 con la guerra entre Ramiro III y Bermudo, el hijo de Sancho I, el “Craso”.

Derrotado en San Esteban de Gormaz, Ramiro III se vio obligado a firmar un tratado de paz con el califa al-Hakam II.

Pero en 976 murió al-Hákam II dejando como heredero del califato a su hijo Hisham II de tan sólo once años. De la mano del nuevo califa, llegó Almanzor, nombrado visir a los pocos días de la investidura de Hisham. Y con él llegó el periodo más sangriento de la lucha contra los musulmanes en el último cuarto del siglo. Pero también el desmembramiento y caída del califato.