PATRIMONIO CULTURAL

La Iglesia de San Pedro de Caracena

La más bella galería porticada románica de toda la Ribera del Duero

La construcción de la iglesia de San Pedro de Caracena comenzó en el primer tercio del siglo XII, siendo en este primer momento un templo de nave única, que ocupa la parte más elevada del exiguo caserío de esta población. Posteriormente, a finales del mismo siglo XII, se le añadió la galería porticada que es el elemento que le otorga, indudablemente, mayor prestancia.

Las modificaciones sufridas por la nave hacen que sus trazas románicas sean hoy mínimas. La cabecera en cambio guarda un regusto arcaico con su cilindro absidal edificado en mampostería y alzado sobre un basamento de mayor diámetro. El ventanal central del ábside posee un medio punto monolítico de gran rusticidad, y sobre el presbiterio se alza una torre tronco-piramidal en mampostería de hechura posterior dotada de su escalera de acceso en cilindro adosado al lado sur de la cabecera y semioculta por la sacristía.

Pero lo que sin duda aporta carácter y valor al templo es la galería porticada. Su hechura a base de piedra sillar es más cuidada y elaborada que el resto del templo.

En la actualidad conserva siete vanos, constituyendo el tercero desde poniente el vano de acceso sur. En la cabecera este de la galería hay un segundo vano de acceso.

En la actualidad y tras la pérdida de dos arquillos en el lado oeste, restan 10 capiteles. Ocho de ellos sobre columnas dobles y uno (que enmarca en el vano de acceso meridional), cuádruples, con unas espléndidas columnas torsas en un ejercicio de verdadera “chulería” técnica del escultor.

Imagen cedida por www.romanicoaragones.com

La conservación de los capiteles es muy buena. Veremos en ellos motivos vegetales, geométricos, luchas de caballeros, monstruos del bestiario de Silos y alguna escena del Nuevo Testamento. Una escena de caza del jabalí en uno de ellos, y, frente a éste, una ingenua bestia de siete cabezas y leones rampantes en los laterales.

En otros capiteles, decoración vegetal y lacería de cuidada hechura probablemente influenciada también por Santo Domingo de Silos. En otros, lo que pudieran ser los doce apóstoles y una representación de la resurrección de Cristo, con la escena de las tres Marías ante el sepulcro vacío. Grifos silenses con sus cuellos vueltos hacia la grupa y enredados por tallos vegetales y leones que en la grupa portan pequeñas arpías componen la decoración en otros. Y luchas entre caballeros o un centauro sagitario lanzando sus flechas contra lo que parecen arpías.