PATRIMONIO CULTURAL

La figura del Padre Diego Láinez

El Padre Diego Láinez era bisnieto de un rico judío de Almazán, de nombre Abraham Aben Rodrique, bautizado como Hernán Láinez (el viejo).

Su abuelo Diego Láinez casó con Gertrudis Violante Coronel (emparentada con Abraham Seneor, de Segovia, bautizado como Fernán Pérez Coronel) y su padre, Juan Láinez Coronel casó con la seguntina Isabel Gómez de León, judeoconversa también.

Y de este último matrimonio nació en Almazán el Padre Diego Láinez Gómez de León, SJ en el año 1512. Estudió gramática en Soria y luego en Sigüenza. En 1522 se doctoró en filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares y estudió teología en la de París, donde conoció a Íñigo de Loyola. En 1534, en la Iglesia de Montmartre hizo los votos junto a él de una institución religiosa que en 1539 recibiría el título de Compañía de Jesús.

En 1537 se juntaron los diez primeros jesuitas en Venecia, y marcharon a Roma para ponerse a disposición del Papa. En Roma fue ordenado sacerdote en ese mismo año de 1537.

El papa Pablo III (Farnesio), informado de la ciencia teológica de Laínez y de sus dotes oratorias, le encomendó que diera clases en la Universidad de la Sapienza y, más tarde, que predicara en las principales ciudades del norte de Italia, hasta que en 1545 fue nombrado teólogo del Concilio de Trento. Sus sermones tuvieron tal fama que fueron copiados y difundidos.

Las intervenciones de Laínez, a quien reservaban el último discurso (que a veces duraba dos y hasta tres horas), llamaron poderosamente la atención por su agudeza teológica.

Láinez, que siempre gozó de una enorme confianza por parte de san Ignacio, tuvo una intervención decisiva para que éste aceptara la decisión unánime de los primeros compañeros que lo habían elegido primer general de la Compañía en abril de 1541. El segundo general fue Laínez. Cuando murió Ignacio el julio de 1556, Láinez estaba gravemente enfermo, de modo que se temía por su vida. Al irse recuperando en agosto, accedió al cargo de vicario general de la Compañía, mientras se convocaba la congregación general que debía designar al sucesor de Ignacio. Ésta no se reunió hasta julio de 1558 y en ella Láinez fue elegido general por mayoría absoluta.

La animadversión creciente en España hacia los cristianos nuevos le hizo sufrir a lo largo de su vida y él lo aceptó en silencio y con paciencia. San Ignacio era muy comprensivo con los procedentes del judaísmo hasta el punto de que decía que le hubiera gustado haber nacido hebreo para ser así pariente de Jesucristo “según la carne”. Su mismo secretario, el burgalés Juan de Polanco, era también descendiente de cristianos nuevos.

Pero Laínez no encontró igual comprensión por parte de Felipe II, ni de su Corte, que expresaron su desagrado cuando fue elegido segundo general de la Compañía de Jesús, como sucesor de Ignacio. En la misma Compañía hubo también una campaña sorda de oposición a realzar su figura.

Finalmente murió en Roma el 19 de enero de 1565. De los fundadores de la Compañía, Láinez fue el único que no fue canonizado.